Adriana Pereira Morales
Redacción periodística I
Siete
cortadas en la espalda baja en forma de cruz, es uno de los rituales elaborados
por los penitentes, simbolizando los siete viernes de cuaresma
El recorrido
que realizan los penitentes o flagelantes, inicia en el Caño de Las Palomas y
finaliza en la Cruz Vieja. En su trayecto los penitentes se azotan con un
látigo que posee siete bolas de cera. En cada estación de las siete cruces son
“picados” o cortados en la parte baja de la espalda en forma de cruz.
Las personas llevan a cabo la auto flagelación, en cumplimiento de una 'manda' o
promesa hecha a Jesús de Nazaret con anterioridad. “Yo empecé por un niño llamado Andrés Felipe, él tenía ocho
años y aún no podía caminar, lo llevé al cementerio donde están mis Santos y el
Cristo, le pase las rodillas de Andrés al Cristo y le pedí que lo curara, él me cumplió el milagro
y realicé una manda de ocho años”, contó la Penitente, Cecilia Pérez Fontalvo.
Es primordial
para ellos finalizar el recorrido y cumplir con lo prometido, ya que
creen que si no se concluye, su petición se cancela.
La iglesia
católica no está de acuerdo con la práctica de la flagelación, debido a que va
en contra de los principios fundados de su religión. “No es católico, la cosa
es que Dios no se pega así mismo, son los judíos los que lo azotan con la rama
de espina atrás, el no permite que uno lo haga, como se lo hicieron a él”,
manifestó, Cecilia Pérez.
El caso de santo tomas es el ejemplo claro de como una practica religiosa sin sentido puede convertirse en una tradicion perniciosa. Lo bueno es que esto tarde o temprano tiende a desaparecer y ojala asi suceda.
ResponderEliminarEsta práctica ha perdido en parte el sentido religioso que traía. Ahora es simplemente alimentada por el morbo de curiosos que buscan el espectáculo
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